La llave que nos hace libres
Isaías 61:1 (TLA). [1] El fiel servidor de Dios dijo: «El espíritu de Dios está sobre mí, porque Dios me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos, y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.
Aquí el profeta está hablando lo que Jesucristo leería años más tarde en Lucas 4:16-22, ya que este versículo hace alusión a Jesús como Mesías y el motivo de Su venida.
Con respecto a “El espíritu de Dios está sobre mí”, recordemos que cuando Jesús fue bautizado por Juan, recibió el Espíritu Santo (Mateo 3:16), y el propósito de la venida de Jesús fue traernos Su salvación, la cual es el significado de la analogía que aquí hace de “prisioneros que serán liberados”.
Esto es un consuelo porque las cadenas que tenía el pecado sobre nosotros fueron rotas mediante Su sacrificio, restaurando y liberando a aquellos que sufrieron a causa del pecado.
Aquellos que no conocen a Cristo aún siguen prisioneros y aún desconocen que existe una llave que los puede hacer libres, y que es fácil de acceder a ella.
Allí es donde entra el cuerpo de Cristo. Esto es, nosotros, sus hermanos, los hijos de Dios, quienes fuimos llamados a predicar el evangelio y a hacer discípulos (Mateo 28:19).
Ahora pregúntate: En esta semana, u hoy mismo, ¿A quién podría dar a conocer esta llave que haría libre en Cristo a la persona que la tenga en sus manos.
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Oh, ¿Has llegado hasta aquí y no tienes esa llave contigo? Te comento cómo obtenerla:
Jesucristo, el hijo de Dios, hizo que fuera posible conversar con Dios Padre mediante el sacrificio que hizo en la cruz, en donde murió por ti y por mí, y resucitó, restaurando nuestra relación con Dios y rompiendo todo poder que tenía el pecado sobre nosotros.
Si ya aceptaste verbalmente a Jesucristo como tu Salvador. ¡Excelente!
Pero si aún no lo has hecho, y estas palabras te han llegado, y quieres experimentar esa libertad de por vida, no tienes que hacer nada complicado, más que repetir y creer esta oración para recibir a Jesucristo como tu salvador.
Repite esta oración, tomando en cuenta que estarás hablando con Dios mismo mientras la lees:
“Dios Padre, me acerco a ti en el nombre de Jesucristo, reconozco que soy pecador y que te he fallado. Creo en Jesucristo, quien murió por mis pecados en la cruz y resucitó al tercer día. Por eso, me arrepiento, y te pido que perdones mis pecados.
Jesucristo, entra en mi corazón, entra en mi vida. Te acepto como mi Señor y Salvador. Purifícame con tu sangre santa. Ayúdame a crecer en la fe, a seguir Tus enseñanzas, y a vivir una vida que sea de agrado ante ti.
Espíritu Santo. Lléname con tu fuego, guía mis caminos y mis próximos pasos a seguir.
Dios Padre, escribe mi nombre en el libro de la vida.
Rompe todo pacto consciente e inconsciente que haya hecho con el reino de las tinieblas.
Te lo pido en el nombre Poderoso de Jesús. Amén.”
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¡Felicidades! Si hiciste esta oración, has tomado la mejor decisión de tu vida.
Confío en que Dios te guiará en tus próximos pasos: leer la Biblia, orar, asistir a una iglesia que hable de Cristo, discipularte y vivir tu fe.
Ahora, si antes creías que no podías conversar con Dios, que Él no te escuchaba, con esta oración, has destruido toda muralla que podía interferir en tus conversaciones con Dios.
Pídele que te guíe a una iglesia a la qué congregarte para que sigas aprendiendo más de Él.
Y si tienes dudas, puedes dejarme un comentario o buscarme en mis redes sociales, accesibles desde mi perfil.
¡Dios te bendiga grandemente!